(Antes de comenzar con este mini fanfic quiero agradecer al usuario de Wattpad @Steven_fanfics por darme la idea para este mini fanfic de cuatro parte, espero de todo corazón que a sus seguidores les guste).

 

Han pasado cincuenta años desde que Dipper tomo la decisión de borrarle la memoria a su novia –ahora esposa­– a la madre de esta –ahora su suegra­– sobre la infidelidad de Preston. Dipper en su afán de proteger a la familia de su amada se aseguró de no solo la memoria a ellos sino también a los involucrados e incluso fue tan lejos y le borro la memoria a la causante de todo el embrollo.

 

Con aquel trabajo consiguió que el matrimonio Noroeste no viniese abajo, que su novia no recordarse la infamia de su padre y la de él por no habérselo dicho y así protegerla como lo había prometido y también se aseguró que la infamia de Preston Noroeste no se volviera a repetir.

 

Tras el matrimonio de Dipper con Pacifica, el castaño se dio el lujo de cumplir con su promesa, pero aun en su cabeza estaba viva esa imagen que tanto lo atormentaba y no lo dejaba vivir en paz, esa imagen o mejor dicho aquel recuerdo era ver a su novia –actual esposa– llorando con el corazón roto en mil pedazo por no haberle dicho lo de su padre, él en varias ocasiones pensó en borrarse la memoria para no seguir recordando esa escena, pero eligió no hacerlo como autocastigo.

 

Por su lado Pacifica ha vivido una vida feliz junto a su esposo, quien como pudo le dio todas las comodidades que una vida de ricos le brindo en su infancia, claro está que no todos los días dices ser la esposa de un famoso científico y ex presidente de los estados unidos, para Pacifica, Dipper lo era todo, era su mundo, su felicidad y sustento.

 

Al pasar media vida junto, Dipper trato de ignorar la infidelidad del padre de Pacifica con cada alegría que ella obtenía en cada aniversario, incluso llego hacer el mejor padre con su hijas Amelia, Sonia, Laura y Caterina, pero nada preparo a Dipper Pines para lo que le sucedería esa mañana.  El simplemente se levantó de la cama se puso hacer su café matutino, recogido el periódico de la entrada, su hija estaba con su novio en la sala viendo una película y como todo buen padre, él le dio la privacidad que ellos se merecían, camino un par de metro y cuando apenas iba llegando a la cocina, cayó al piso como si fuese una piedra, lo cual alarmo a todo el mundo, aquel hombre semi-incociente pudo oír todo desde la sirena de la ambulancia e incluso como lo transportaban por el pasillo del hospital hasta la sala de emergencia, luego de ello no oyó más nada.

 

Despertó, viendo a su esposa dormida en un sillón a su lado también vio a sus hijas acurrucadas una entre si lo cual lo conmovió y luego vio la máquina que monitoreaba su vida, Dipper por un momento se desconcentro, pero luego recordó lo que había pasado y se preguntó: ¿Por qué me desmaye?  Amelia abrió sus ojos con pesadez tras una noche de desvelo y vio que su padre había despertado y alegremente se paró del sillón que compartía con sus hermanas y rápidamente lo fue abrazar exclamando fuertemente: ¡Papi!

 

—Tranquila Amelia, —dijo Dipper tranquilamente como si no hubiese pasado nada— se necesita más que eso para debilitar a Mason (1) “Dipper” Pines — añadió él.

 

—Lo se papá —contesto Amelia; —Ya no soy una niña — añadió ella.

 

—Para mí siempre serás mi niña — puntualizo Dipper.

 

—¡Ay papá! — exclamo Amelia sonriendo graciosamente.

 

Las otras hermanas de Amelia se despertaron tras oírla hablando con su padre, las tres se abalanzaron sobre su progenitor para darle todo su afecto, sin importarle su edad hasta se portaban como unas niñas, pero ellas estaban felices de haberlo recuperado.  El escándalo que estaban formando hizo despertar a su madre quien a ver a su esposo despierto se abalanza sobre él como si fuera una más de sus hijas, mientras decía: Por un momento pensé que no la contaría, querido.

 

—Paz, tu sabes que necesitan más que eso para debilitarme — replico Dipper.

 

—Lo se querido —respondió tranquilamente— Lo sé — agrego.

 

—Bueno eso amerita un beso — apunto Dipper.

 

—¡Oh por supuesto! — replico Pacifica tratando de alcanzar los labios de su esposos, pero aun así no dejo de intentarlo, no fue hasta que encontró un espacio para finalmente juntar los labios de su señor con los suyos, pero aquel gesto duro poco tiempo ya que sus hijas aún seguían abrazando a su padre dándole todo el afecto que ella le podían brindar.

 

Justo en ese momento los doctores entran a la habitación y se extrañaron al ver ese tumulto de gente encima del paciente, pero luego ve que el señor Pines estaba despierto y entendieron que aquello era una extraña celebración de los Pines, unos de los doctores aclaro un poco su garganta para hacer notar su presencia, lo cual alarmo a las cinco féminas que estaban ahí y quienes se pararon al oír la voz del doctor, obviamente la primera en hablar fue la matriarca de la familia quien sin vacilación pregunto: ¿Mi esposo está bien?

 

—Aún no sabemos, señora Pines — contesto unos de los doctores.

 

—Tenemos que espera unos resultados que mandamos hacer — añadió el otro doctor.

 

—Pero, ¿por lo menos se podrá ir a casa? — cuestiono la mujer.

—Tal vez, tenemos que esperar los resultados que mandamos hacer para poder darlo de alta, por los momentos el paciente necesita un poco de descanso —

—¡Oh pobrecito! —exclamo Pacifica— hoy no habrá actividad extracurricular — expreso ella con esa voz tan lasciva que enamoraba a su esposo.

—Pero mañana no te salvas, viejita tentadora — comento Dipper acercando sus labios con los de Pacifica para poder besarse, pero obviamente no pudieron consumir su beso debido a la interrupción de unos los doctores, quien le dijo: Creo que la hora de la visita se terminó hace tiempo.

—Pero nosotros no somos visita, doctor — replico Pacifica molesta.

— ¡Es verdad! — replico unas de la mujeres ahí adentro.

—No molesta, solo por eso — añadió Pacifica algo furiosa.

—Tranquila Paz, los doctores, seguro tiene sus motivos para haber dicho eso — comento Dipper.

—Pero Dipper no es justo que me…, perdón, que nos traten como unos visitantes — explico Pacifica.

—Lo se Pacifica, pero debo suponer que el doctor tiene sus motivos para hacerlo —

—El paciente de descansar profundamente — puntualizo el doctor.

— ¡Papá no podemos irnos! — exclamo Amelia.

—Lo juramos junto a mamá — añadió Sonia.

—No te abandonaremos ni por un minuto — expreso Laura.

—Además es ilegal, trátanos así, pero la verdadera pregunta es: ¿Por qué lo hacen? — dijo Caterina analizando todo con frialdad.

—Niña, no estoy haciendo nada ilegal — comento el doctor; —estoy pidiendo algo lógico —  añadió.

— ¿Qué está ocultando? — pregunto Caterina.

—¡Yo ocultando algo! Creo que se equivoca — respondió el galeno haciéndose el confundido; —Debes imagínate cosas jovencita, los doctores nunca ocultamos nada — añadió este con una sonrisa fingida.

—Ustedes esconde algo y yo lo voy averiguar, de eso no tengo dudas — determino Caterina.

—¡CATERINA, YA BASTA! — Proclamo Dipper enojado; —Si alguien va a recriminarle algo soy yo — añadió este.

—Pero papá — replico Caterina.

—NADA DE PAPÁ, SI ALGUIEN TIENE EL DERECHO PARA RECLAMARLE ALGO SOY YO — expreso Dipper sumamente molesto; —Ahora si son tan amable quiero hablar con los doctores a solas —

—Si padre — contestaron todas las mujeres jóvenes saliendo de la habitación, exceptuando la mujer de cabello blancuzco, quien se quedó ahí, pero inmediatamente el ex hombre castaño le dijo: Eso te incluye Pacifica.

La mujer sorprendida por aquel comentario, trato de reprocharle a su marido la manera tan cruel en la cual la estaba hablando, pero se veía en sus ojos que aún estaba molesto y ella sabía de primera mano que su esposo cuando estaba irritado no había palabra, ni caricia que apaciguaran ese fuego que había dentro de él, fue por ello que accede a su petición, aunque una vez que este se calmara, podría reclamarle todo lo que quisiera por haberle hablado así.  La mujer agarro su cartera y salió de la habitación sin antes cerrar la puerta detrás de ella, al salir vio a sus hijas angustiadas por su padre, sobre todo Caterina quien era la más apegada a su progenitor, pero ella como calmarlas y sin mediar palabra saco su billetera e inmediatamente pregunta: ¿Quieren algo?

—Pero mamá —protesto Caterina— ¿y papá qué? — pregunto.

—Tu padre está bien, después de todo es un Pines — puntualizo Pacifica.

— ¿Abandonaría a tu esposo por un café? — pregunto Caterina muy molesta.

—NO ESTOY ABADONANDO A SU PADRE —grito Pacifica— solo le estoy brindando algo de comer —añadió— Y Caterina he estado ahí para su padre tanto para la buena como en las malas, así que te voy a pedir que te calmes — expreso Pacifica muy molesta.

—Pero mamá — replico ella.

—Que tengas veinticinco años no quiere decir que tengas autoridad sobre mí, SOY TU JODIDA MADRE, te recuerdo quien manda aquí —

—Mamá, hay algo aquí que no cuadra y no me gusta — puntualizo Caterina.

—CATERINA, —grito— a mí tampoco me gusta, pero ya tu padre se está encargando de ello

—¡Ok! — respondió Caterina un poco más tranquila, ante la orden de su madre.

—Bien, vamos — puntualizo Pacifica, poniéndose en marcha hacia la cafetería, seguida de una Caterina muy callada, por su lado sus otras hijas hablaban entre si haciendo comentario un poco jocoso sobre el comportamiento de su hermana.

Por otra parte, Dipper solo veía a los doctores y espero a que la sala de afuera estuviese en silencio para poder comenzar su batalla campal con los doctores una vez confirmado el silencio absoluto, Dipper comento algo irónico y gracioso al mismo tiempo: Doctor, como actor se muere de hambre.

—Estoy consciente de ello señor Pines — replico el hombre.

—Yo creo que debimos decirle señor Pines, así podrán preparase para el inevitable final — replico el otro doctor.

—¡Así, sin vaselina! — Comento Dipper con cierto sarcasmo en su voz; —¿Cómo se lo dirían? —Pregunto— Dirían algo así: “¡Hey señora pines! Su esposo se va morir, pero todo estará bien”

—No, lo diría con otras palabras para que no suene un poco más suave para que asimilen la noticia —

—¡Ja! Sin dudas usted no conoce a Pacifica Elizabeth Pines Noroeste, ella gastaría hasta el último centavo de su riqueza para mantenme con vida — comento Dipper; —Para ella yo soy su mundo, soy su sol y su luna y daría cualquier cosa para evitar que yo muriese — aclaro Dipper viendo hacia la ventana con algo de nostalgia; —Hablando de eso, ¿Qué tengo?

—Señor Pines no es sencillo decir esto, pero tiene varios tipos de cáncer que no podemos operar, solo la idea de operarlo me da dolor de cabeza — apunto el segundo doctor.

—Pronosticamos que morirá en aproximadamente un año — expreso el primer doctor.

—¿Tan mal estoy? — pregunto Dipper.

—Si —contesto el primer doctor; —recomiendo que su familia sea avisada inmediatamente — agrego.

—No creo que sea prudente en este momento — apunto Dipper

—Pero señor Pines esto las prepararía para el duelo que se le viene encima — determino el segundo doctor.

—Pues yo también estoy tratando de asimilarlo, sin tampoco tiempo me queda quiero emendar algunos errores antes de darle la mala noticia a mi familia — argumento Dipper.

—Señor Pines, ¿nos está pidiendo que guardemos silencio? —

—Señor Pines, vio cómo se puso su hija; no creo sea prudente guardar esta información en secreto — recrimino el segundo doctor.

—PUES ES MI VOLUNTAD — grito Dipper seriamente; —Quiero que mi voluntad sea respetada o es mucho pedí  doctor — agrego.

—Bueno legalmente tenemos que adherirnos a la confidencialidad doctor-paciente, pero legalmente tenemos que responder ante su familiares por su estado de salud y si su estado de salud es grave, debemos infórmale sobre su padecimiento — destaco el primer doctor.

—¿Cuánto tiempo me tengo que quedar aquí? — pregunto Dipper.

—Hasta mañana — respondió el segundo doctor.

 —De acuerdo, esto no es bueno, para nada —puntualizo Dipper; —Ok, díganle después de todo ella debe saberlo, una vez hecho eso le dirán a mi esposa que llame al doctor William Dafoe y Dilon le pin —

—De acuerdo —contesto el primer doctor; — ¿Algo más? —

—Sí, que la enfermera me traiga una copa de (…) — comunico Dipper seriamente.

—Tampoco somos su sirviente — replico el segundo doctor.

—Pues díganle eso a mi esposa, —comento— cuando lo hagan me avisan como les fue — agrego Dipper con cierto sarcasmo en su voz.

—Por cierto señor Pines, ¿Quién es Dilon le pin? — se extrañó el segundo doctor.

—Un viejo conocido mío, al cual le prometí algo importante — respondió Dipper.

—¡Espere un momento!, el señor Dilon no es… —

—Un mundial reconocido científico y artista, si, si lo es — respondió Dipper muy calmadamente.

—¿Cómo se conocen ustedes dos? — pregunto el segundo doctor.

—Eso por el momento no le incumbe, solo hagan lo que le dije — contesto y ordeno Dipper.

—De acuerdo señor Pines — expresaron ambos doctores quienes inmediatamente salieron de la habitación del ex castaño para darle la mala noticia a su familia.

Al quedarse solo en aquella habitación, el hombre comienza un interno debate consigo mismo sobre lo que debía hacer, él mismo sabía que ya no le quedaba tiempo para nada y que ese punto se podría sobre la mesa.  Por su lado los doctores logran encontrar a la familia del señor Pines, el primer doctor se acercó a ellas con una evidente sonoriza fingida en la cara, la señora Pines cuando lo vio le hecho una mirada tan amarga y tan seca que no pareciese ser la misma señora que trato señora con él cuando su esposo ingreso al hospital, incluso sus hijas le miraron mal; tratando de alejar cualquier presagio no favorable para ella, así que si más el primer doctor no se desistir y volver con su compañero, quien veía todo desde lejos; por su lado el segundo doctor no dejaría manipular por las damas, el diría la mala noticia pasara lo que pasara, pero con cada paso que daba hacia la mesa de las féminas, estas lo encaraban con esas miradas que harían temblar hasta al más sádico asesino y estando en medio camino hacia la mesa se tuvo que devolver hacia su otro compañero, sin dudas esas mujeres daban miedo.

Los profesionales de la salud, tuvieron que establecer un plan para encararse contra aquellas féminas, sabiendo que el trayecto iba a ser largo y complicado ambos doctores sabía que debían hacer aquel recorrido juntos para así soportar las miradas de odio y muerte que promulgaban las mujeres Pines, cuando ambos doctores llegaron a la mesa donde estaban todas las Pines sentadas, ellos inmediatamente pudieron sentir esa vibra atemorizante, incluso el ambiente se volvió tenue y pesado, en cuestión de segundos.  El primer doctor fue el primero en hablar con su leve tono dijo: Señora Pines hay algo que tenemos que comunicarle.

La mirada de Pacifica que le dirigía a los doctores, no era muy amigable y con un escueto y seco
: Dígame.  Tampoco ayudaba el panorama.

—Señora Pines — volvió a repetir el doctor con voz semi tenue y algo temblorosa.

—¡A carajo! — Exclamo el segundo doctor; —Su esposo tiene varios cánceres inoperables, por lo cual pronosticamos a lo máximo un año de vida para su consorte — expreso el otro doctor de manera gritada.

—¡¿Qué?! — proclamaron todas las pines.

—Lo que dijo mi compañero es que el señor Pines no tiene mucho tiempo de vida — comento el primer doctor con algo de calma.

Por un momento todo se tranquilizó en aquella mesa, por lo cual los médicos respiraron aliviado, pero aquello era un preludio para la tormenta que se le avecinaba y una vez internalizada la noticia por las integrantes de la familia Pines, inmediatamente estas comenzaron el asedio hacia los doctores, quienes no sabían cómo lidiar con aquellas mujeres sumamente enojadas, quizás ahora ellos se estaban arrepintiendo de la decisión.

Por su lado Dipper no paraba de darle vuelta a todo el asunto sobre su futura muerte y aunque siempre estuvo consiente de aquel día llegaría, ahora el tendrá que arreglar vieja cuentas con un viejo amigo.  Él sabía que no podía irse de esta tierra sin decir la verdad sobre Preston Noroeste y la relación que este en algún punto tuvo con una mujer llamada Valery y el terrible secreto que ella jamás conto y que fue el único que lo descubrió.

Ahora era Dipper era el portador de mala noticias, si es que se le pueden llamar así, pues al final la verdad siempre sale a la luz y una vez reflexionado todo aquello Dipper dirigió la mirada al cielo y exclamo: ¡Ahora me toca a mí limpiar el desastre que has dejado!  Obviamente se dirigía a su “amigo” Preston Noroeste quien hacía años había ayudado para evitar que su familia se desmoronara, aquella noche veraniega.

Al otro lado del mundo, más específicamente la capital francesa, un castaño ya mayor acostaba a sus hijos en su cama, le agradaba ver como sus hijos se dormían con unos de sus famosos cuentos, cuando salió de la habitación de sus hijos en camino hacia su cuarto oyó el teléfono, al estar de paso él rápidamente lo contesto: Salut a qui dois-je parler (Hola con quien hablo)

—Buena noches señor Le pin, le habla Caterina la hija menor de Dipper Pines, mi padre desea verlo  — Comunico la chica.

Dilon al escuchar el nombre de Dipper Pines su semblante cambio radicalmente por uno más serio, incluso se le pudo notar en su voz cuando con un perfecto español (2) le pregunto: ¿Le paso algo?

—Aun no —contesto— pero creo que de este año no pasa — agrego la joven con algo de tristeza en su voz.

—Comprendo — replico el señor Le pin.

—Por cierto, Sr. Le pin, disculpe que me entrometa, pero ¿de dónde conoce a mi padre? —

—Digamos que somos unos viejos amigos — contesto Dilon.

—“¿Cómo que  digamos?” — cuestiono la joven.

—Chica este tema no lo puedo conversar contigo, solo con tu padre, y descuida ahí estaré — replico Dilon.

—¿Pero…? — la joven trato de hacer una pregunta más, pero Dilon inmediatamente corto la llamada, él sabía que su persona no era el indicada para brindar ese tipo de respuesta hacia unas de las Pines, aunque de toda manera su familias estaban más entrelazada de lo que era posible y ahí estando a la luz de la noche volvió agarra el teléfono, esta vez para ser él efectiva la llamada, espero pacíficamente por unos instantes hasta que por fin le contestaran: Vous savez quelle heure il est… (¿Sabes qué hora es...?)

—Si lo se hermana, pero la hija menor del anciano Pines llamo, creo que finalmente dirá la verdad — contesto Dilon en su fino español.

—¡No es posible! — Exclamo la fémina; —¿Cuántos años hemos esperado por esto? — pregunto.

—Más de lo que tú te imaginas — respondió Dilon viendo hacia el cielo recodando el día que su camino y de su hermana se encontraron con el de Dipper.

 

Notas de pie:

(1)= Mason: Es el verdadero nombre de Dipper confirmado por el propio Alex Hirsh.

(2)= Español: Obviamente la serie original como los personajes habla inglés, pero como esta historia se está escribiendo en español y esto puede confundir algunas persona por ello hago la acotación en medio la historia para no interferir en la narrativa, esta acotación es posible que siga apareciendo porque hay mucha personas estúpidas que pregunta por esto.