*nota: la siguiente historia contiene personaje furry o animales antropomórfico, sino te agrada el contenido de la misma eres libre de pasar a la otra*

 

Suena mi despertado y como siempre me levanto de mi cama para buscar el café de mi esposo y el mío también, fotos de todas nuestra aventuras juntos me ven pasar hacia el comedor, al llegar a la cocina nuestra buena amiga la cafetera ya nos tenía listo el café como siempre y yo lo único que tenía que hacer era agarra la jarra de cristal y verte el café en nuestras tazas, y así lo hice. Volví a nuestro cuarto donde mi amado marido aún seguía durmiendo, yo coloque la bandeja con nuestros cafés en una mesa de noche y me dispuse abrir la cortina de tela de nuestro amplio cuarto para así dejar entrar los rayos sol por aquella ventana que era tan grande y tan espaciosa que se podía ver toda la cuidad de allí, pero la cuidad nos veía a nosotros, ¡gracias a dios! Porque no pretendería cambiar la forma en que levanto a mi amado esposo.

 

Tomo mi taza de café y me siento en un pequeño rincón de nuestra habitación en donde el sol, la ventana y la nada envidiable de mi figura se prestaban para dar un espectáculo de sensualidad único e irrepetible que solo la ventana de aquel departamento nos podía dar y que yo solo sabía cómo utilizar.

 

Los mormullos de mi esposo no se hicieron espera y cuando finalmente abrió los ojos y me vio este dijo: ¡Hembra un día de esto me matara!

 

– ¿Por qué? – pregunte inocentemente.

 

–Por ser condenadamente sensual – contesto él.

 

–Si lo sé – replique tiernamente.

 

Él se levantó de la cama vio su taza de café, pero como prefirió ignóralo para ir hasta mi amado rincón, agárrame entre sus fuertes patas y me dio un abrazo y posterior beso. Luego de aquel majestuoso beso él se separó de mí y me dijo: ¡Te vez increíble!

 

–Si lo sé – conteste picaronamente.

 

Yo usaba una blusa trasparente que dejaba ver mis hermoso y firme busto, mientras a su vez solo portaba nada más que una panty y por ende podía decirse que andaba desnuda por nuestra habitación, pero ¿a quién le importaba? Si éramos mi esposo y yo lo único dueño de nuestra privacidad, mi esposo me acaricio el mentón y luego me dio un pequeño beso en mi nariz para posteriormente retirase a la cama para tomar su café con aquella calma que tanto me cautivaba. Ambos nos tomamos nuestros cafés con tranquilidad y más cuando el ambiente matutino nos inspiraba a no movernos de nuestro lugar, pero mi esposo era muy romántico y no iba a desperdiciar aquel momento tan mágico para nosotros, así es que rodio la cama, se acercó a un tocadiscos que el mismo arreglo y puso un disco cualquiera de su colección y allí con un poco de retraso comenzó a sonar una canción que yo reconocí de inmediato como (…) de (…), ahí mi esposo se me acerco y me dijo: ¿Quieres bailar?

 

– ¡Contigo, siempre! – respondí yo amablemente.

 

La canción era tan suave y tan tranquila que nos permitía bailar a su ritmo, entonces mi marido me dijo: No hay otra cosa que quisiera el resto de mis días.

 

– ¿Cómo qué? – pregunte.

 

–En estar contigo toda mi vida – concluyo el tiernamente.

 

Sin dudas él era perfecto y yo también, sabíamos lo que nos gustaba que nos disgustaba, y con eso era más que suficiente para ser feliz. Llego un momento en la canción que se hizo un poco más movida y entonces mi esposo como buen bailarín que es comenzó a moverse un poco más rápido, pero sin antes pegarme a él con algo de brusquedad y sensualidad, allí en el medio de nuestra habitación que era el único testigo de nuestro hermoso baile, mi amado comenzó a cantar aquella dicha canción, mientras yo por mi parte me mordía suavemente el labio inferior y pensaba en comerme a beso a este extraordinario macho de la creación.

 

 

La voz suave y armoniosa de mi esposo se confundía con la voz del cantante de la canción, pero a mí no me importa porque éramos nada más que nosotros dos en aquella habitación, por su parte la pata de mi amado macho dejo su lugar permanente en mi espalda y comenzó a bajar por el resto de ella hasta llegar a mi trasero, fue allí que este dejo de cantar y me dijo: Esto es de mi propiedad.

 

–Sí y lo puedes tocar cuanto quieras – afirme yo con tanta naturalidad.

 

–No me tientes mujer porque soy capaz de hacerlo – indico el amablemente.

 

– ¡Shh! Calla y vuelve a cantar – ordene yo amablemente.

 

Mi buen obediente esposo hizo lo que le pedí, así que este volvió a entonar con su voz melodiosa aquella canción: . Luego de aquella estrofa, mi esposo pasó su pata de mi trasero hacia mi cola y ahí se dispuso acariciarla, pero yo solo seguía el ritmo de aquella melodía que aparentemente se había vuelto eterna, fue entonces que yo comencé a cantar la dichosa melodía: ♪. Mi marido me veía con incredulidad porque él sabía que no me gustaba cantar, pero allí estaba en medio de un baile improvisado cantando (…) de (…), fue ahí en ese momento que mi esposo me beso y dejo de acariciarme la cola para pasar acariciar mi cabello, mientras bailábamos aquella dichosa canción que parecía ser interminable, pero no me importaba ya porque habría logrado que él me besara nuevamente.

 

Dejamos de bailar y tan rápido como nos habíamos besado pasaba la canción, pero ya no nos importaba porque no estamos besarnos, un beso interminable que nos llevó a la cama, única testigo de nuestras grandes noches de pasión y nuestro apasionado amor que nosotros dos nos brindamos, pero luego de unos minutos nuestros estúpidos cuerpos comenzaron a necesitar de su elementos naturales como lo era el oxígeno y la comida.

 

Al sepáranos la linda canción había terminado y había comenzado a sonar otra canción de estilo más country, género que a mí gustaba mucho, así es que comencé a cantarla mientras mi esposo me veía con rareza, y entonces me dijo: Si sigue así no necesitare de tocadiscos. Yo por mi parte cante más fuerte la canción, mientras yo le hacia la seña de que me alimentara; mi marido meneo la cabeza de un lado a otro como en forma de negativa, como si estuviese viendo a una cachorra recién nacida, pero de igual manera hacia la seña para que me diera de comer, finalmente mi esposo se movió a atenderme, mientras yo por mi parte me pare de nuestra cama, me dirigir al tocadiscos para subirle el volumen a la canción, mientras a su vez la cantaba: ♪. Como amo el country, como amo a mi ciudad que nos regalaba su hermoso amaneceré para despertarnos tan sensualmente, amaba el ambiente tranquilo de la mañana, adoraba su suave y delicada brisa, pero lo que más atesoraba de aquel departamento era su increíble vista, aquella nos impresionaba a la hora de despertar de nuestro largo y muy confortante letargo.

 

♪…♪, cante nuevamente de aquella canción y finalmente mi esposo llego con nuestros desayunos y yo le apunte: ¡Llegas tarde!

 

–Si lo sé –contesto– pero no quería perder de vista a mi hermosa hembra – aseguro él.

 

Yo me sonroje, camine hacia la bandeja que este sostenía y solo lo mire con mi cara de picardía y le dije: ¡Descuida amor, que es otro día por la mañana en nuestras vidas!

 

 

—Comentario de la historia—

 

En esta historia, quise irme por la narrativa romántica y sobre todo sensual en donde su protagonista nos narra la experiencia de otra mañana con su amado esposo y como esto conviven en su perfecta intimida.

 

Usando la imagen titulada (…) del artista Imanika, me baso para hacer esta extraordinaria historia, llena de romanticismo, sensualidad y sobre todo amor de verdad; espero que le haya gustado.

 

La canciones utilizada aquí son (…) de (…) y (…) de (...) esta solo se usa como ambientación para la área romántica y que yo como escritor reconozco los derechos de autor de los propietario de estas canciones, y como describir antes use la imagen titulada (…) del artista “norteamericano” Imanika, le agradezco por favor visitar el portal web de este artista el cual le dejo a continuación: (…), eso sí bajo su propia responsabilidad ya que el artista tiene arte que tal vez algunas personas no le pueda gustar, le recomienda discreción.

 

Se le recuerda que esta es una obra de ficción cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

 

Obra titulada: Otro día por la mañana. Título en inglés: Another day for the morning, escrito por Antonio Francisco Echenique Blanco o (A.F.Echenique), desde la República Bolivariana de Venezuela.

 

Esta obra fue escrita para la revista de la semana aniversario de Él blog de A.F.Echenique, se le recuerda que esta es solamente una versión online de la misma que se distribuirá gratuitamente.

 

Para evitarse problema con los derechos de autor con el artista y las compañías discográficas de las canciones, el contenido de esta obra se distribuirá y se difundirá de forma gratuita.